En un pequeño pueblo llamado "Martos" ocurrió una vez una historia que se extendió por todo el mundo. Aquel pueblo antes era más grande, pero lo "partieron" en dos, la mitad para los hombres y la otra mitad para las mujeres, en la mitad de las mujeres no habÃa dinero, ya que los hombres se lo habÃan llevado todo a su parte, porque las mujeres se negaban a hacer todos los trabajos y no tenÃan las mismas ideas y pensamientos que ellas.
La parte de los hombres, aunque tuvieran dinero estaba muy sucio, desordenado y apestaba. El pueblo de las mujeres era todo lo contrario, era muy bonito, estaba muy bien cuidado, tenÃa todas las fachadas blancas cómo la espuma del mar, y los miles de colores de las flores que habÃa en los balcones estaban muy bien cuidados, la plaza que tenÃan no era muy grande, pero tenÃa la fuente más limpia que jamás se hubiera visto.
Las mujeres de allÃ, ese último año habÃan hecho un gran esfuerzo para que el pueblo estuviera asà de limpio y adornado, querÃan que les diesen el premio al mejor pueblo de Europa, (el premio era de cien mil euros), lo habÃan intentado ya varios años pero siempre habÃa ocurrido alguna desgracia en el último momento (porque los hombres del otro pueblo se lo habÃan estropeado todo). Ese año era el último que daban el premio, y querÃan ganar, ya habÃan descartado a bastantes y quedaban los finalistas, y ese pueblo por suerte estaba entre ellos. Sólo faltaba un dÃa, tendrÃan que estar alerta para que los hombres no hicieran nada y pudieran ganar ese gran premio, tenÃan que ganarlo y demostrarles a los hombres que ellas también podÃan hacer grandes cosas sin ayuda de ellos.
Llegó el dÃa en el que darÃan el premio, las mujeres habÃan conseguido mantenerse despiertas y el pueblo seguÃa igual de bonito y cuidado. Al final, después de tanto trabajo y esfuerzo...¡habÃan conseguido el premio! Todas se pusieron muy contentas y celebraron una gran fiesta, y a partir de ese dÃa, los hombres comprendieron que las mujeres y ellos tenÃan los mismos derechos y deberes, aunque el premio se lo repartieron entre ellas y no lo compartieron con los hombres, porque claro, ellas habÃan hecho todo el trabajo, los hombres no se quedaron muy convencidos de eso, y discutieron durante bastante rato.
-¡Nosotras hemos sido las que hemos trabajado y nos merecemos el premio, aunque hayamos juntado las dos partes del pueblo otra vez y vosotros hayáis entendido que tenemos los mismos derechos y deberes el premio es nuestro!- exclamaban todas.
-Ya sabemos que vosotras habéis sido las que habéis trabajado, y también sabemos que todos somos iguales, pero, ¿no podrÃais ser un poco generosas? - respondÃan algunos hombres.
-No, no podemos ser generosas con vosotros porque os llevasteis todo el dinero cuándo partimos el pueblo y hemos tenido que trabajar muy duro para poder seguir pagándolo todo, asà que ahora no pidáis nada, porque no os lo merecéis- contestaban muy decididas.
Los hombres se pararon a pensar un poco, y algunos pensaron que las mujeres llevaban razón, asà que dejaron de discutir y el pueblo volvió a la paz y a la armonÃa después de tantos años.
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