victoria

lunes, 1 de abril de 2013

Relato: La primavera


En un lejano lugar, ¡quién sabe dónde! se había formado un extraño país llamado Mundo. Este país estaba gobernado por un rey, el cual tenía que llevar obligatoriamente el nombre de Año. Por aquel tiempo gobernaba el Año I, quién tenía tres serviciales sirvientes; Primavera, Invierno y Otoño.

Primavera era una encantadora señorita muy coqueta y presumida.
Otoño era un señor muy triste y melancólico y el Invierno era un caballero muy severo. El Otoño y el Invierno estaban enamorados de la Primavera, a la cual se habían declarado varias veces, pero como esta era muy tímida no acababa de decidirse por ninguno. Un buen día, la Primavera que estaba mirándose en el espejo, pensó:

- Ya es hora de que encuentre marido, así que tendré que decidirme por uno de los dos.

...Y se puso a imaginar: el Otoño es un buen hombre, pero ¡con lo alegre que soy yo!, ...¿cómo podría yo vivir con un señor tan triste y melancólico? Por otra parte, el Invierno también la quería... ¡pero era tan severo! Así que, cómo no acababa de decidirse, decidió esperar algún tiempo más y pensarlo bien.

Mientras tanto el Año I se disponía a cumplir sus 300 días, porque el año sólo vivía 365 días, así que decidió pasarlos en compañía de sus familiares. Hizo llamar a sus primos los meses, con sus respectivas esposas las semanas. El rey pensó que harían falta más mozos para poder servir a toda aquella gente, por lo que contrató a tres sirvientes más. Todo el mundo lo pasó bomba en el 300 cumpleaños del Año I y sobre todo la  Primavera, que pasó toda la noche bailando con su amigo el Verano, uno de los tres sirvientes que contrató el rey, mientras que el Otoño y el Invierno se morían de rabia.

El Verano y la Primavera se dieron cuenta de que tenían muchas cosas en común y empezaron a tomarse cariño, hasta que un cierto día el Verano se declaró a la Primavera y esta muy coqueta aceptó. Cuando el Otoño y el Invierno se enteraron de esto, se enfurecieron muchísimo y desde aquel día hicieron todo lo posible por molestar al Verano. El Invierno hizo venir a su inseparable amiga la Lluvia y la mandó a coquetear con el Verano, cosa que a la Primavera no le gustó nada. Poco a poco aquello se convirtió en una continua lucha entre los tres enamorados sirvientes, hasta el punto de que la encantadora Primavera no pudo soportar mas aquella angustiosa situación y decidió marcharse, no sin antes, pedir permiso al simpático señor Año I. El rey, que quería a la Primavera como a su propia hija quiso saber el motivo de su marcha. Ella le explicó todo lo que estaba ocurriendo.

El rey hizo llamar a los tres sirvientes y después de charlar un rato con ellos, llamó a la Primavera y le dijo:

- ¿Quieres casarte con el Verano el día de mi despedida?

La Primavera no vaciló en responder:

- Sí quiero.

Así que prepararon todo lo necesario para la boda y el mismo día en que el rey cumplía sus 365 días, la Primavera y el Verano se casaron en una solemne ceremonia, a la que asistieron, el Invierno y el Otoño, después de pedirle perdón a la novia. Los meses, las semanas y muchísimas personalidades más.

Al día siguiente los novios marcharon a la luna de miel. El Invierno y el Otoño también marcharon de vacaciones y el Año I se retiró a un apartado rincón donde poder descansar. Mientras tanto el Año II se disponía a tomar posesión de su cargo como rey del Mundo.

Pasó algún tiempo y...el Invierno se casó con su inseparable amiga la Lluvia, el Otoño se quedó soltero para toda la vida ¡el pobre era tan triste! Nuestros amigos la Primavera y el Verano tuvieron un precioso niño al que pusieron de nombre Calor, este chico era muy travieso y se parecía muchísimo a su papá. Y cada vez que entra a reinar un año nuevo, nuestros amigos vienen a visitarlo. Primero viene el Invierno acompañado de su esposa la Lluvia y a veces sus amigos, el Granizo, el Viento, la Nieve y la Escarcha. Después viene la Primavera, tan coqueta como siempre. Y al marcharse esta viene su marido, el Verano acompañado de su hijito el Calor. Y vosotros os preguntareis: ¿por qué no vienen los dos juntos? Pues por una razón muy sencilla, a la Primavera le dan las vacaciones antes que a su marido el Verano, pero ¿quién sabe?, tal vez algún día coincidan las vacaciones y puedan venir los tres juntos a visitar al año nuevo. Por último viene el Otoño tan triste y melancólico como siempre.

¡Ah! Y se me olvidaba decir que algunos años eran más presumidos que otros y se cuidaban más, se alimentaban mejor, hacían deporte, echaban la siesta de vez en cuando y como consecuencia de esto su mandato se alargaba un día más, es decir 366 días, y les llamaban Años Bisiestos.

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